
La contabilidad registra los eventos financieros, es decir, cada paso que ocurre durante el tránsito del efectivo (o sus operaciones derivadas) por la unidad que produce ese efectivo. Es decir, ella, de acuerdo a ciertas normativas específicas, "escribe" y deja constancia de los eventos que suceden en la vida de esa persona o conjunto de personas, financieramente hablando.
Siempre habrá un tercero interesado en la información financiera, o en parte de ella. Es el caso del Estado, a quien le importa conocer por lo menos cómo se generó la utilidad (o pérdida) generada por un ente durante un año, de modo de asegurar la veracidad del Impuesto Sobre La Renta (ISLR). También está interesado un Banco, por ejemplo, en saber cuál es la garantía contra la cual el puede ejercer acción legal antes de dar un crédito. O los herederos de una persona, para definir claramente qué cosas pasarán a distribuirse entre ellos. Y, no menos importante, la persona que representa esa unidad productora que ya se ha mencionado tantas veces en este escrito, necesita saber con seguridad qué sucede con su dinero.
Por esto y algunas otras cosas más, es importante tener una contabilidad, de modo de presentar de forma profesional todo aquello cuánto se dispone, se adeuda, y se produce en un momento dado, a través de la gestión analítica de un Contador Público, independiente de los eventos financieros originarios de esta información.
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